Misógino... y qué más.

Si lo buscamos por su significado estricto en el Diccionario de la RAE, nos daremos cuenta de que se queda muy corto en su definición: “Que odia o siente rechazo hacia la mujer”. En mi opinión la Misoginia va mucho más allá, es una forma de entender la sociedad, una manera de dirigirse a las mujeres, y sobre todo, una forma de vida.

Habitualmente se confunde la misoginia con el machismo, pero éstos términos son muy distintos. En el machismo se entiende y se siente al hombre superior a la mujer, es una conducta de prepotencia del hombre sobre la mujer y por tanto, él es mejor que ella en todos lo ámbitos de la vida, pero el misógino siente un odio visceral hacia lo femenino y todo lo que lo rodea, y necesita deshacerse de todo lo que tenga relación con la mujer, su aspecto, su imagen exterior, su reconocimiento como fémina, son aberraciones para el misógino y trata de evitarlas a toda costa.

Un misógino pretende eliminar la feminidad de la sociedad, ocultándola o eliminándola de raíz, tanto en hombres como en mujeres, por lo que nada de depilación, ni curvas femeninas, melenas largas, zapatos de tacón, perfumes, maquillajes, etc. Existen un sin fin de signos externos que diferencian y definen a la mujer, y estos deben ser eliminados.

Es cierto que en nuestro lenguaje se muestran muchísimas connotaciones misóginas, del tipo, “eres un gallito”, como muestra de tu fortaleza u hombría, y “eres un gallina” como falta de valor o cobardía, términos como zorro o zorra, y muchos más que nos convierten en una sociedad tendente a señalar lo masculino como “bueno” y lo femenino como “malo”.

Sin tener que hacer mucho esfuerzo, podemos remontarnos a muchos momentos de nuestra historia más reciente, en los que se nos muestra como una sociedad misógina. Aquellos tiempos en los que a las mujeres que fumaban se las consideraba furcias o fornicadoras, en que los tacones de aguja estaban mal vistos, como también lo estaban las faldas por encima de las rodillas o incluso, yendo un poco más lejos, se consideraba un deshonor que la mujer trabajara fuera de casa, eso por no irnos más para atrás en la historia. Han tenido que correr los años, las lágrimas y la sangre, para que la mujer haya alcanzado a todos lo niveles, un reconocimiento digno, incluso por parte de otras mujeres. Mucho se ha peleado y mucho se ha educado, (sobre todo educado) para que en la sociedad en la que vivimos la mujer tenga la misma consideración de la que han gozado los hombres durante siglos, y lo que aún nos queda.

No se me puede calificar de feminista, quienes me conocen saben que no destaco por hacer discursos de discriminación positiva, ni hacia la mujer, ni hacia nada ni nadie, más bien lo contrario. Creo en la igualdad y en la libertad por encima de todo, y en que nuestro sitio en la sociedad tenemos que ganárnoslo para bien o para mal, no nos lo pueden regalar ni por ser hombres ni, por ser mujeres (o cualquier otra cosa que se os ocurra). Y estoy de acuerdo con que la gente haga y diga lo que le dé la gana, con un único límite, el del respeto a los demás.


Y ahora es cuando toca que cada cual reflexione sobre todo esto, y mire si a su alrededor existe alguien que se dedique fervientemente a ocultar lo femenino de su entorno, tal vez ahora entendemos porque lo hace.