Mamporrerismo

Lamentablemente nuestra Ciudad adolece de una de las enfermedades sociales más peligrosas que existen, el Mamporrerismo. Hasta el momento, ya hemos contabilizado un buen número de personas que lo sufren, aunque según se desarrollen los acontecimientos podrían ir aumentando los infectados.


Para aquellos que no lo sepan, el mamporrero (profesión tan digna como cualquier otra) es aquel que agarra el miembro del caballo para ayudarlo a la hora de penetrar a la yegua. Bien, pues el mamporrerismo consiste en hacer lo mismo pero con la verga del poder establecido, ayudando a éste cuando es necesario (esto, ya no es tan digno).


Se caracteriza por una sintomatología muy concreta. Estos síntomas van desde la admiración al jefazo, hasta la adulación sin reparos, todo ello sin motivo aparente, y en contra de lo que observamos los demás. Incluso, en su etapa más aguda, la ceguera es tal, que el infectado puede llegar a atacar a otros que tienen opiniones contrarias a las del líder, por muy ridículas u ofensivas que sean estas. Uno de los síntomas más evidentes, en el momento álgido de la enfermedad, son las afiladas plumas que le salen al mamporrero en las manos, con las que despelleja a todo aquel que le lleva la contraria a su líder.


No se conocen, al menos por ahora, las causas de la infección, pero sí sabemos que se trata de una enfermedad muy virulenta, cualquiera está expuesto. Hasta el punto de que hemos detectado personas que estaban completamente sanas, y hacían juicios de valor independientes hoy, y mañana, inoculados con el virus mamporreril, comienzan a cantar alabanzas a sus amos, sin razones que medien para ello.


Tampoco se conoce la duración de la enfermedad. Sin embargo, lo que sí creen los científicos, es que puede durar hasta la muerte. Una vez que el virus se introduce en el huésped, es increíblemente difícil de erradicar, y tan solo con mucha fuerza de voluntad, es uno capaz de deshacerse de él. Y además, el haber conseguido superar la enfermedad, no significa que uno no pueda volver a contraerla, aun cuando el líder sea otro distinto del que originó la enfermedad por primera vez.


Esta enfermedad supone un grave riesgo para la salud de una sociedad, porque los infectados inducen a juicios de valor interesados que distan mucho de la realidad, en lugar de dejar que los ciudadanos opinen con independencia y que saquen conclusiones propias, que no se vean influidas por el mamporrero de turno. Además, los infectados se esfuerzan por sembrar la semilla de la discordia entre los ciudadanos, produciendo en ellos la necesidad de despotricar de todo lo que se oponga al amo y señor del lugar. Algunos lo hacen incluso desde los medios de comunicación, desde donde con sus plumas afiladas apuñalan la verdad para convertirla en la bazofia con la que alimentan a sus señores.


Es importante recordar que los infectados por el virus mamporreril no son necesariamente malas personas, simplemente están enfermos, y entre todos deberíamos ayudarlos a superar su enfermedad.


Ahora mira a tu alrededor, y seguro que reconoces a algún infectado. Si es así, ayúdalo a reconocer su enfermedad, y anímalo para que reúna las fuerzas necesarias para salir de ella. Francamente, debo decir que a mi me dan pena.

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